ISSN: 0213-2052 - eISSN: 2530-4100
DOI: https://doi.org/10.14201/shha31236

EL ÚLTIMO CONVIVIUM DE JULIO CÉSAR COMO EJEMPLO DEL ACERCAMIENTO DE SIR RONALD SYME A LA FICCIÓN HISTÓRICA1

Julius Caesar’s Last Convivium as an Example of Sir Ronald Syme’s Approach to Historical Fiction

Mikel GAGO GÓMEZ DE LUNA

Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU)

mikel.gago@ehu.eus

ORCID: https://orcid.org/0000-0001-8192-0105

Fecha de recepción: 16-2-2023Fecha de aceptación: 17-3-2023

RESUMEN: El día 14 de marzo del 44 a.C., víspera de los idus en los que Julio César fue asesinado, el dictador cenó en casa de Marco Emilio Lépido, su magister equitum. Allí se debatió acerca de cuál era la muerte más preferible, y César abogó por un fallecimiento repentino e inesperado. Este trabajo versa sobre el tratamiento que Sir Ronald Syme (1903-1989), uno de los más destacados historiadores de la Antigüedad del siglo XX, llevó a cabo de este episodio. Tras presentar la escena, en función de las escasas fuentes antiguas que la refieren, y comentar sumariamente algunos aspectos relativos a los convivia en la Roma tardorrepublicana, el artículo se centrará en analizar las puntuales, aunque muy sugestivas, menciones que R. Syme llevó a cabo del suceso. Seguidamente, el escrito tratará de explicar y de poner en contexto la visión del historiador oxoniense en dichas menciones, en las que cobra especial importancia su acercamiento a la ficción histórica, reconocida característica de la etapa final de su carrera académica. Y finalmente, se apuntarán una serie de conclusiones que consideramos pueden extraerse2.

Palabras clave: Julio César; Sir Ronald Syme; Convivium; Triclinium; Décimo Bruto; Marco Lépido; Historia de Roma; Historiografía.

ABSTRACT: On March 14, 44 B. C., the eve of the Ides in which Julius Caesar was assassinated, the dictator dined at Marcus Aemilius Lepidus’, his magister equitum. There the topic of the discussion was the best sort of death, and Caesar advocated for a sudden and unexpected decease. The aim of this work is to research how Sir Ronald Syme (1903-1989), one of the 20th century most prominent classic scholar and a renowned author within Modern Historiography on Julius Caesar, carried out on this episode. After presenting the scene, in accordance to the few ancient sources which refer to it, and having quickly commented some of the aspects on the convivia in late Republican Rome, the paper will focus on analyzing the few, though stimulating mentions which R. Syme did of the event. Next, the study will try to explain and provide a context for the Oxonian historian’s view in those mentions, in which his approach to historical fiction, recognized characteristic of his final academic stage, becomes especially relevant. And, finally, we believe we can draw some conclusions.

Keywords: Julius Caesar; Sir Ronald Syme; Convivium; Triclinium; Decimus Brutus; Marcus Lepidus; History of Rome; Historiography.

1. PRESENTACIÓN DEL EPISODIO

Conocemos esta escena gracias a tres autores antiguos: Plutarco3, Suetonio4 y Apiano5. Los tres concuerdan en la descripción general de la escena, pero difieren en pequeños detalles. Efectivamente, comprobamos que las tres fuentes coinciden en que la víspera de los idus de marzo del año 44 a.C. (es decir, el 14 de marzo de ese año) se celebró una cena en casa de Lépido (magister equitum de César a la sazón) a la que asistieron el propio Lépido, César y, solo según Apiano, Décimo Junio Bruto Albino. Plutarco añade que César, según su costumbre, estaba recostado a la mesa agregando saludos personales al final de documentos ya escritos por un secretario6. De nuevo, los autores antiguos coinciden al afirmar que ese día el tema de discusión fue la mejor forma de morir7 y, concretamente, Apiano sostiene que fue el propio César quien lo planteó. En cualquier caso el dictador se decantó, de acuerdo con Plutarco, por un fallecimiento inesperado8; según Apiano, por uno repentino; para Suetonio, por uno repentino e inesperado.

Suetonio agrega en el mismo pasaje que César ya había hecho mención de ese tema con anterioridad, concretamente, leyendo La Ciropedia o La educación de Ciro, de Jenofonte. Cuando El Gran Rey sintió que su salud periclitaba definitivamente, según esta fuente, dispuso lo que era menester para sus funerales. También en ese caso9, el dictador había manifestado su aversión por un óbito tan lento y su voluntad de que el suyo fuera súbito y rápido.

Apiano, a nuestro juicio, presenta ciertos problemas en cuanto que fuente en esta escena. El historiador alejandrino es la única fuente que señala a alguien concreto, que además es César, como autor de la pregunta del tipo de muerte preferible −recordemos que Plutarco mencionaba que «la conversación fue a dar en la cuestión de cuál es la mejor de las muertes», y Suetonio, que «la conversación (…) se entabló durante la cena»− y, lo que nos parece más importante, que incluye a Décimo Bruto entre los asistentes a la cena. Este último aspecto, de hecho, creemos que ha sido la causa de diferencias entre los varios editores a la hora de establecer sus traducciones, en lo que a Décimo Bruto y a los detalles de su asistencia se refiere.

Así Horace White, a inicios del siglo pasado, tradujo el pasaje como «the day before the meeting Caesar went to dine with Lepidus, his master of horse, taking Decimus Brutus Albinus with him to drink wine after dinner»10. En nuestro país, Antonio Sancho Royo parece seguir en buena medida a White, vertiendo:

César, el día antes de esta reunión senatorial, fue a cenar a casa de Lépido, su maestro de caballería, y llevó también a Décimo Bruto Albino para que participara en la bebida después de cenar11.

Otros, como Domenico Magnino, se han decantado por «[i]l giorno precedente la riunione del Senato, Cesare andando a cena da Lepido, capo dei cavalieri, aveva portato con sé Decimo Bruto Albino per il dopo cena»12; es decir, obviando el elemento de la bebida.

Por último, Otto Veh y Wolfgang Will (conjuntamente), John Carter y Philippe Torrens13 se han decantado por una versión inversa, por así decirlo, respecto de la de Gabba y Magnino, es decir, registrando únicamente el elemento de la bebida y omitiendo el de la posterioridad14.

Si acudimos al fragmento concreto del texto griego original de la última y recentísima edición con aparato crítico publicada, obra de Paul Goukowsky y editada por Les Belles Lettres en 202115, podemos apreciar lo siguiente:

ὁ δὲ Καῖσαρ πρὸ μιᾶς τοῦδε τοῦ βουλευτηρίου χωρῶν ἐπὶ δεῖπνον ἐς Λέπιδον τὸν ἵππαρχον, ἐπήγετο Δέκμον Βροῦτον Ἀλβῖνον ἐς τὸν πότον καὶ λόγον ἐπὶ τῇ κύλικι προύθηκε16

Goukowsky no apunta, a pie de página, nada acerca de la transmisión textual que afecte a este fragmento. Sin embargo, cabría comentar de forma más pormenorizada el caso de la anterior traducción francesa de este pasaje. Torrens traslada el fragmento en cuestión como «César (…) invita Decimus Brutus Albinus à s’occuper de la boisson (…)» y, en una nota explicativa, aclara que, en su opinión, se trata de un «[p]assage sans doute corrompu, dont les interprétations divergent»17. Así, tras realizar un breve estado de la cuestión mencionando versiones traducidas por otros editores18, propone su propia interpretación del pasaje: a su juicio, todo marcha bien en casa de Lépido, y César otorga a Décimo el papel de «le roi du festin», que Alcibíades se atribuye en El banquete de Platón19, y que consiste en ordenar, en organizar la distribución de vino después de la comida, momento en el que se llevan a cabo observaciones filosóficas; según agrega Torrens, no se trata del dueño de la casa quien tiene este rol ni quien nombra este “rey del festín”20.

Llegados a este punto, podemos arañar un poco de información adicional de cara a iluminar algo más el pasaje que nos ocupa, desde el conocimiento general que tenemos de los convivia en la Antigua Roma, concretamente en la República tardía. Estos se definían por ser una comida al final de la tarde o a la noche, y por llevarse a cabo normalmente en un comedor llamado triclinium. Estaban organizados por el propietario de la residencia, y en ellos podían participar una combinación de miembros de la familia del anfitrión y un grupo de invitados, cuyo número total podía oscilar entre unos pocos y una docena (nueve era el número ideal, pero no el necesariamente estándar); sin embargo, la presencia de esposas e hijos, sin llegar a estar completamente excluida, parece haber sido más una opción seguida ocasionalmente que una convención fija. El triclinium o comedor21 generalmente disponía de tres lecti o divanes, en los que los comensales, reclinados, se dividían en grupos de tres, y los cuales normalmente se distribuían en forma de la letra griega “Pi” () en torno a una mesa que, pudiendo ser circular o rectangular, se hallaba lo suficientemente cerca de todos los asistentes como para que pudiesen llegar a ella con comodidad22. El menú solía estar compuesto de tres platos, aunque excepcionalmente podía superar los seis23, y el vino se escanciaba durante la comida, pero también como aperitivo y durante la parte final de la comida, denominada comissatio24.

Pero podemos ir aún más allá y adivinar cómo pudo ser la distribución de buena parte de los asistentes. Como hemos mencionado, la configuración “de triclinium” se hallaba definida por tres lecti o divanes, y cada uno de ellos podía ser summus, medius o imus (es decir, “el más alto”, “el que está en medio” o “el más bajo”, respectivamente), como cada una de las tres plazas de cada diván, que debían ser ocupadas por cada comensal observando una estricta etiqueta25. Así, sabemos que César, en calidad de invitado de honor, se ubicaría en un extremo del diván del centro, es decir, en el imus in medio, también llamado locus consularis o locus praetorius, y Lépido, en cuanto que anfitrión, se situaría, salvo excepciones, a la derecha de César, pero en el diván más bajo, esto es, en el lugar denominado summus in imo; la ubicación de César estaba motivada por estar junto al anfitrión y por poder despachar lo que fuera menester sin molestar al resto de comensales ni ser molestado por estos; en cuanto a la de Lépido, estaba pensada al objeto de cenar junto al invitado más egregio y de supervisar, simultáneamente, el servicio de la cena26. Respecto a Décimo solo podríamos especular, por eliminación, sobre las plazas que pudo ocupar: las restantes del lectus medius (el medius in medio y el summus in medio) o alguna del lectus summus (el imus in summo, el medius in summo y el summus in summo), que eran los divanes destinados para los invitados, pues las que quedaban del lectus imus (el medius in imo y el imus in imo) se hallaban reservadas para la mujer y los hijos del anfitrión o, caso de que todos estos no hubiesen asistido a la cena, para un liberto; entre lectus medius y el lectus summus, el primero estaba pensado para los invitados más selectos.

2. EL EPISODIO EN LA OBRA DE SYME

R. Syme se interesó por la figura de Julio César prácticamente durante toda su carrera académica, aunque de manera cambiante. De esta manera, siguiendo a T. P. Wiseman, que ha señalado una evolución en los planteamientos generales de Syme a partir de los años 6027, resulta posible, a nuestro juicio, llevar a cabo una distinción semejante en lo que a la visión sobre César por parte del autor neozelandés se refiere. En este sentido, en términos generales aunque claramente dominantes, Syme comienza interesándose, ya desde la segunda mitad de los años 3028, tanto por el “partido” de César como por la composición del senado durante su dictadura29; por la cuestión acerca de los últimos proyectos del dictador César30, así como por la recepción de César por parte de la literatura augustea31. A partir de 1960, en cambio, Syme parece interesarse de forma mayoritaria por otros aspectos relativos al prohombre romano, a saber: los posibles vástagos de César32; la relación entre César y D. Bruto (cos. des. 42 a.C.); más concretamente, el favoritismo de César hacia Décimo durante el cursus honorum de este, el porqué de la traición final de Décimo hacia su benefactor, y una reivindicación de un mayor peso del papel de Décimo en la trama de los idus33. Y, también en esta etapa postrera, Syme parece cambiar su enfoque historiográfico a la hora de estudiar a César, definido por un acercamiento, aunque intermitente o no del todo coherente, al género biográfico, del que hasta entonces había abominado, salpicado de sutiles rasgos shakesperianos34.

La primera ocasión en la que Syme trató el tema que nos ocupa fue en una recensión publicada en The New York Review of Books en el año 1971, donde reseñó el Julius Caesar del historiador británico M. Grant (London y New York, 1969), que había visto la luz en 196935. Allí, en la p. 41, escribió:

Readers of Shakespeare will recall a meeting of some of the conspirators on the March 14. Not so familiar is the dinner party that evening at the house of Lepidus. The talk fell on the death, Caesar said that the quickest was the best. The question had been put by Decimus Brutus36.

Nótese, en primer lugar, que Syme menciona solamente un tipo de muerte más próximo al elemento de lo repentino (“quick” = “rápido”; esto es, la transmitida por Apiano), y no de lo inesperado (Plutarco), ni de lo repentino e inesperado (Suetonio, o Plutarco y Apiano), respecto de la muerte preferible para César; en segundo lugar, en una atrevida y no explicitada especulación, Syme señala directamente a Décimo como el autor de la pregunta, y no acaso a César, como transmite Apiano, o a alguien indeterminado, como señalan Plutarco y Suetonio.

La siguiente y última vez que Syme retomó esta escena fue en una inacabada e inédita monografía sobre Julio César. Sin ánimo de exhaustividad, se trata de un proyecto biográfico sobre Julio César en el que trabajó entre la década de los 60 y los 80 del pasado siglo, si bien intermitentemente, y que reviste interés, entre otros aspectos, paradójicamente por la celebérrima aversión de Syme hacia el género biográfico37, máxime si, precisamente, se trataba de Julio César38. Sin embargo, Syme pretendía sortear esta aparente contradicción, evitando así cometer “los pecados del género biográfico”, mediante un enfoque que resultase «an escape from biography into history» y que caracterizara tanto a César como a sus asesinos en el contexto de la aristocracia romana39. Actualmente este material se encuentra en la biblioteca bodleiana de la Universidad de Oxford, concretamente en el archivo del propio Syme; un trabajo basado en esta obra inédita que podría servir –hasta cierto punto− como ejemplo muy resumido de lo que podría haber sido la versión final de este proyecto, es el artículo “Caesar: Drama, Legend, History”, publicado a mediados de la década de los 8040. Aunque este interesante proyecto de Syme ha sido aludido y descrito por algunos autores41, la contribución más importante sobre él, casualmente, nunca ha sido publicada. Esta data de 2001 y procede de una conferencia que el profesor Mark Toher, Emeritus Frank Bailey Professor of Classics en el Union College, Schenectady, dictó en el August B. Turnbull Center en el marco de los Langford Latin Seminars, coloquio celebrado entre el 1 y el 3 de marzo de 2001 en The Florida State University. Como comentamos, no fue publicada en lo que sería la posterior materialización del susodicho coloquio42. En su lugar, Toher contribuyó al volumen con un capítulo intitulado “Julius Caesar and Octavian in Nicolaus”, en el que apenas sí se hacen un par de sucintos apuntes sobre el trabajo inédito43.

Es de justicia hacer hincapié en el detallado análisis que recoge el texto de la conferencia que dio Toher en 2001, porque, como ya se ha comentado, se trata del trabajo más importante sobre el manuscrito de Syme, por ser el de mayor extensión y el que de más fragmentos literales del inédito consta. De hecho, tanto M. T. Griffin como Ch. B. R. Pelling, en sus respectivas alusiones al inédito de Syme, subrayan el valor del escrito de Toher, agradecen al profesor del Union College (en varias ocasiones, incluso) por el trabajo realizado en él, por haber compartido con ellos dicho texto y por haber discutido las implicaciones del Caesar de Syme44. Nosotros, por nuestra parte, también vamos a basarnos principalmente en el texto de Toher a la hora tanto de reproducir los fragmentos literales del inédito como de aprovechar las interesantes reflexiones del autor americano.

Pues, efectivamente, el interés de Syme por este episodio hasta el final de su extensa carrera académica fue tal, que en este trabajo decidió consagrar un capítulo exclusivamente a esta cuestión, elaborado entre mediados y finales de los 80, y con el sencillo título de “March 14”. En aras de presentar este aspecto del problema, Syme, según Toher, «resorts to a bit of theater of his own». En este capítulo, a diferencia de en la reseña que el historiador neozelandés llevó a cabo de la obra de Grant, Syme aborda la cuestión sobre la parte de la lista de invitados a la cena en casa de Lépido que no nos ha llegado y, atrevidamente, se propone conjeturar sus nombres:

Curiosity will extend to the other participants. In view of the anecdote, nine was the standard and ideal number for a banquet. Six further names can usefully be conjured up. By artifice, it is true, but no deception is entailed45.

Así, además de César, Lépido y Décimo, Syme propone el nombre de otros dos nobiles, a saber: Marco Antonio, cónsul a la sazón junto al propio César, y Publio Cornelio Dolabella, uno de los favoritos del dictador; y, además, sugiere el nombre de tres homines novi: Aulo Hircio, Cayo Vibio Pansa y Publio Cornelio Balbo. El capítulo, como buena parte de este trabajo en general, se halla incompleto, de modo que desconocemos el último comensal que iba a proponer Syme, pero el nombre de Cayo Trebonio es una buena apuesta, según Toher, teniendo en cuenta la argumentación posterior de Syme en este mismo manuscrito; también cabría apuntar que Syme parece haber abandonado su interés por identificar al emisor de la pregunta acerca de la muerte preferible, aunque puede que esto también se deba a la señalada inacabada naturaleza de este trabajo. En cualquier caso, considerando el estatus de César, el cupo de invitados seguramente estaría completo, especula Strauss46.

El ágape en casa de Lépido reconstruido por Syme es una representación de la clase gobernante romana configurada por su relación con César, y de esta configuración emergen interesantes contrastes e ironías, asegura Toher. Dos de los nobiles, ambos de dudosa reputación, habían reñido recientemente. El pasado 1 de enero el cónsul Antonio había bloqueado, en cuanto que augur, el nombramiento de Dolabella como consul suffectus para reemplazar a César cuando este marchase a Oriente. El 15 de marzo había sido el día designado para que el senado resolviese el problema47. Pero, como Syme apunta,

[o]pen debate on high policy would be a novelty in this season. Senators would expect a frank and reassuring statement from the head of the government. Senators would divine that the embarrassment had been smoothed out already by quiet negotiations in secret48.

Por tanto, el banquete en casa de Lépido, a juicio de Syme, probablemente se organizó para restaurar la concordia.

Toher, por último, añade que el banquete reconstruido por Syme es la sinopsis del partido cesariano: 4 nobiles y 4 novi homines; algunos de baja reputación, pero la mayoría hombres de capacidad y lealtad demostrada en la guerra civil. Sin embargo, están presentes también personalidades enigmáticas: D. Bruto, quien al día siguiente persuadió a César de que acudiera finalmente al senado cuando el dictador vacilaba en hacerlo; C. Trebonio, quien, también al día siguiente, fue el encargado de retener a M. Antonio fuera de la Curia Pompeya49. Los dos son seleccionados por Syme para una exposición por separado en capítulos independientes del susodicho trabajo inédito (“XI Decimus Brutus” y “XIII. The Significance of Decimus and Trebonius”).

3. UNA EXPLICACIÓN SOBRE LA INTERPRETACIÓN DE SYME

Pelling, al comentar este pasaje en su edición del Caesar de Plutarco, apunta que Syme yerra aquí al atribuir la formulación de la pregunta a Décimo y que Apiano se refiere al propio César50. Agrega que, de resultar acertada la especulación de Toher sobre el manuscrito respecto de la asistencia de Trebonio, «it was a very businesslike dinner». Y concluye que, en todo caso, si existe algo destacable en la historia, el tema de la muerte –quienquiera que lo propusiese− contaba con cierta ventaja para que surgiese, pues «there was enough talk of assassination in the air (…) to make sure of that», remata Pelling, en relación tanto de los rumores sobre el posible asesinato de César como de los signos y apariciones extrañas que se dieron antes de su atentado51. Federico Santangelo apunta respecto de las consideraciones de Pelling sobre la conjetura de Syme, que es imposible ir más allá de breves extrapolaciones de esta suerte, para remachar así −entendemos−, de alguna manera, su opinión de que no es posible la edición del manuscrito Caesar52. Para Griffin, Syme, al pretender reconstruir la lista de invitados, «indulges in some “rational conjecture”, not to say a fabrication»53. Al hilo de este último aspecto que señala la discípula de Syme, Pelling, en otro lugar, subraya que este pasaje del historiador neozelandés representa el ejemplo más espectacular de la acentuación de su habitual práctica de la “rational conjecture” en sus obras más tardías54. Wiseman, que ha trabajado profundamente en un importante estudio la actitud de Syme ante la relación entre ficción e historia, recopila evidencias para demostrar que el autor neozelandés consideró siempre indispensable para un historiador, especialmente para un historiador de la Antigüedad, lo que él mismo denominaba como “rational conjecture”55. Así, en el prefacio de su Tacitus, a finales de los años 50, Syme ya escribía:

The record being one of scraps and pieces, with many of the agents little more than names, and momentous transactions buried in deep obscurity, reconstruction is hazardous. But conjecture cannot be avoided, otherwise history is not worth writing, for it does not become intelligible56.

Dieciséis años después, analizando la crisis familiar de Augusto en el 2 d.C., Syme comenta que, debido a ciertas lagunas en la obra de Dión Casio en los pasajes concernientes a esa época, el investigador ha de buscar otros recursos: «Investigation of this obscure decade calls for various resources, and rational conjecture cannot be dispensed with»57. Como Wiseman demuestra, cuanto más desempeñó Syme su oficio, más cayó en la cuenta de la afinidad entre los métodos del historiador narrador y el escritor de ficción. Ahora bien, salvando las distancias, matiza Wiseman, quien nota las significativas diferencias entre Syme y los novelistas de ficción:

The difference between his position and that of the modern theorists is that he had earned the right to draw his conclusions, after a lifetime spent making sense of extraordinarily complex and intractable source material58.

Griffin coincide, de alguna manera, con Wiseman al matizar que el reconocimiento final de Syme (aquel «By artifice, it is true»)59 representa «the lifting of the mask that guarantees the essential honesty of a historical narrative, however imaginative»60. Toher, por su parte, opina que la justificación de este tipo de conjeturas hipotéticas, como la reconstrucción del banquete en casa de Lépido, puede hallarse en un fragmento de su The Historia Augusta. A Call of Clarity (Bonn, 1971):

In matters of literary and historical appraisement, one cannot operate with the methods of a laboratory or furnish the proof to be demanded in a court of law. The best is only the probable. Any who raise complaint have an easy remedy: to offer something better, something coherent and constructive61.

4. CONCLUSIÓN

Las repetidas ocasiones en las que Syme reflexiona sobre esta escena demuestran, cuando menos, cierto interés en ella. Dicho interés se centra fundamentalmente en indagar la identidad de los invitados. Así, Syme lleva a cabo una “conjetura racional”, como él gusta llamarlo, que resulta una especulación bastante razonable: es perfectamente posible, y hasta altamente probable, que los asistentes que desconocemos fueran los que propone Syme.

El proceder de Syme atribuyendo a Décimo Bruto la autoría de la pregunta sobre qué muerte resultaría preferible para un hombre puede resultar, en un principio, desconcertante. Porque en esta cuestión, a diferencia de en la reconstrucción del banquete de Décimo, no ha explicitado que esté llevando a cabo una conjetura, y sensu stricto, dentro de los planteamientos positivistas, este proceder nos estaría vedado. Todo lo cual nos lleva a reflexionar sobre la ocasional ductilidad del discurso histórico, así como de las fronteras entre el rigor y la pura ficción −: ¿podría establecerse, en todo caso, alguna relación entre esta atribución de Syme y aquel «roi du festin», de Torrens?−.

Sea lo que fuere, el tratamiento de este episodio por parte de Syme representa otro ejemplo más, quizá el más acentuado, del acercamiento a la ficción por parte del historiador neozelandés, tras sopesar profundamente, durante toda su extensa y fecunda carrera, las demandas de la creatividad histórica. Para Syme la cuestión estaba clara, y no existía alternativa o huida posible: para resultar inteligible, la historia debe aspirar a la coherencia de la ficción62. Adicionalmente, el análisis del tratamiento de Syme de este pasaje quizá nos ayude a entender, incluso a interpretar, la en ocasiones oscura etapa final de uno de los historiadores más influyentes del siglo XX, aunque usualmente reacio a llevar a cabo justificaciones teóricas, y de un hombre lacónico generalmente contrario a realizar confesiones autobiográficas.

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_______________________________

1. Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto “Antigüedad, nacionalismos e identidades complejas en la historiografía occidental: de la historiografía académica a la cultura de masas en Europa y América Latina (1870-2020)” (PID2020-113314GB-I00) y del grupo de investigación “Relaciones políticas y categorías sociales en Grecia y Roma” (GIU21/009) (UPV/EHU).

2. El artículo pretende ampliar la comunicación que presentamos en la VI Jornada Internacional de Jóvenes Investigadores ANIHO – VIII SHRA. La recepción de la Antigüedad desde el Medievo hasta el mundo contemporáneo, celebrada el 26 de octubre del 2022. Agradezco enormemente no solo a mis dos directores de tesis, los profesores Antonio Duplá y Gustavo A. Vivas, por la generosa ayuda prestada por su parte, sino también al resto de miembros de la familia ANIHO que tuve el privilegio de tener como audiencia, y que me apuntó interesantes comentarios y correcciones. En cualquier caso, la responsabilidad de las opiniones expresadas y de los posibles errores es exclusivamente mía.

3. Caes. LXIII, 7; Mor. 206F.

4. Iul. 87.

5. B Civ. II, 115.

6. Y no sellando (v. gr. Bergua Cavero y Bueno Morillo y Guzmán Hermida, Vidas paralelas, 202) o, como la mayoría de los traductores, firmando cartas (vid. el comentario de Pelling, Plutarch, 471; Matthias Gelzer, por su parte, especifica que la fórmula sería mediante un «vale» (Gelzer, Caesar, 302, n. 257; vid. Millar, The Emperor, 221-222)), hábito que César desarrollaba también durante los juegos y que le granjeó la censura del pueblo (Suet., Aug. 45, 1).

7. Suetonio, en cambio, afirma que se propuso cuál era la muerte «más agradable».

8. En el otro pasaje en el que Plutarco habla sobre esta escena, el biógrafo de Queronea apenas sí da detalles y recoge otro tipo de muerte: «Cuando en una cena surgió una conversación sobre cuál muerte era la mejor, dijo: “La repentina”» (Mor. 206F). Sin embargo, este pasaje parece ignorarse prácticamente siempre a la hora de iluminar la escena.

9. Cyr. VIII, 7.

10. White, Appian’s, 439.

11. Sancho Royo, Apiano, 276.

12. Gabba y Magnino, Appiano, 369.

13. Veh y Will, Appian, 169; Carter, Appian, 130; Combes-Donous y Torrens, Appien, 127.

14. Una rara avis sería la recentísima traducción de Paul Goukowsky para Les Belles Lettres, en el sentido de que es la única que hemos consultado que vierte el fragmento como «[l]a veille de cette réunion du Sénat, César, se rendant pour dîner chez Lépide, le Maître de la cavalerie, emmena lui Décimus Brutus Albinus pour ce banquet (…)»; es decir, sin mencionar el aspecto de la bebida ni el de la posterioridad a la cena, concretamente en relación a Décimo (Goukowsky, Appien, 105).

15. Y que ha venido a sustituir a la ya clásica versión de Paul Viereck publicada por Teubner en 1905, basada en una recensión de la Appiani Historia Romana, de Ludwig Mendelssohn, de la cual han dependido, en buena medida, las traducciones habidas tanto durante todo el siglo pasado como durante lo transcurrido del actual; cf., por mencionar solamente uno de los últimos y autorizados ejemplos, la reciente edición bilingüe a cargo de Emilio Gabba y Domenico Magnino, que reproduce y traduce el texto griego de Viereck apartándose de su criterio en lugares puntuales, ninguno de los cuales, sin embargo, se refiere al pasaje que nos ocupa (Gabba y Magnino, Appiano, 51, 53-56). Sucede igual con el resto de ediciones comentadas: o se valen por entero del texto de Viereck o, si se apartan de manera puntual de su criterio, nunca afecta a nuestro pasaje.

16. Goukowsky, Appien, 105.

17. Quizá Torrens se refiera, aunque no lo especifique, a una nota crítica que apunta Mendelssohn precisamente en ese mismo fragmento, y de la que Viereck se hace eco sin llevar a cabo modificación alguna al respecto (cf. Mendelssohn, Appiani, 798: «23 ἐς τὸν πότον BV, ἐς τὸ πότον a, ἐς τὸν (τὸ b) πόντον Abd. ipsa verba molesta»; Viereck, Appiani, 252: «7 ἐς τὸ πότον a, ἐς τον (τὸ b) πόντον bd. Ipsa verba molesta putavit Mend»).

18. Cuando Torrens comenta la traducción de White, entiende que este piensa que César se llevó a Décimo a su propia casa (la del dictador), y que la conversación posterior tuvo lugar allí (Torrens, “Notes”, 183). Pero, a pesar de que la versión de White pueda entenderse como algo ambigua interpretándose desde un punto de vista estrictamente literal (vid. supra, 4), el resto de los comentaristas, editores o no, entienden que César se llevó a Décimo a la cena, no de la cena.

19. Symp., 213e.

20. Torrens, “Notes”, 183. Sobre esta figura, que establecía las normas para beber en los convivia, vid., v. gr., Dosi y Schnell, A tavola, 64; D’Arms, “Drinking and Drunkenness”, 307, n. 15; y Dunbabin, Roman Banquet, 22. Dosi y Schnell apuntan, concretamente, que este rol «veniva sorteggiato», luego, a su juicio, César no podría haber otorgado directamente este papel a Décimo. Fernando Navarro Antolín, por su parte, en su edición de las Saturnales para Gredos, parece considerar este rol una condición por defecto del anfitrión de la casa (Navarro Antolín, Saturnales, 260, n. 4), lo que implicaría que habría sido Lépido, y no Décimo, el encargado de desempeñarla.

21. El término ‘triclinium’ (cf. OLD s. v.) designa tanto la disposición de los tres divanes como la habitación capaz de contener dicha disposición; la primera acepción es evidentemente su significado prístino. En latín tardío viene a significar la habitación donde se ha cenado, independientemente de la naturaleza de la disposición de los divanes (Dunbabin, Roman Banquet, 10; Dunbabin, “Ut Graeco”, 89; Bek, “Questiones convivales”, 83; Donahue, “Roman Dinning”, 255).

22. Bek, “Questiones convivales”, 83; Dunbabin, “Triclinium”, 122-123; Dunbabin, “Ut Graeco”, 89; Dunbabin, Roman Banquet, 38; Bradley, “Roman Family at Dinner”, 37-38; Roller, Dining Posture, 7 y 53; Murray, “convivium; Stein-Hölkeskamp, “Class”, 85-86; Donahue, “Roman Dinning”, 255-256.

23. B. S. Strauss opina que Lépido podría haber servido una cena prolongada (Strauss, Death of Caesar, 106).

24. André, L’Alimentation, 166; Dosi y Schnell, A tavola, 62ss.; Dunbabin, “Wine and Water”, 116, 127ss.; Dunbabin, “Scenes”, 252, 261; Dunbabin, Roman Banquet, 21-22; Roller, Dining Posture, 181-188; Wilkins, “Food”, 346ss; Murray, “convivium. vid., sin embargo, el “Appendix” de M. B. Roller sobre las comissationes (181-188), donde documenta un uso del término en las fuentes más relacionado con una etiqueta metafórica, irónica o incluso peyorativa a la hora de aludir a los convivia y, en todo caso, nada relacionado con la concepción tradicional de “fiesta consagrada exclusivamente a beber tras la comida”: «nothing here, or in the other cases discussed previously, supports the handbook assertion that the comissatio is (specifically) a reclining party occurring in the dining room, following the consumption of food and devoted exclusively to drinking» (188).

25. Marquardt y Mau, Privatleben der Römer, 302-306; Blümner, römischen Privataltertümer, 387-389; Hug, “triclinium, 92-101.

26. B. C. Bondurant opina que se trataba esta de una cena de Estado en honor a César (Bondurant, Decimus Brutus, 55), mientras que Goukowsky ha especulado sobre una posible cena de despedida («dîner d'adieux») en honor a Lépido, basándose en el testimonio de Dión que señala que al día siguiente este «dirigía una campaña y estaba en las afueras» (Goukowsky, “Notice”, CCXXXVII; cf. Cass. Dio XLIV, 19, 2). En todo caso, entendemos que el imus in medio sería ocupado por César independientemente del motivo de la cena.

27. Wiseman, “Late Syme”, 135-152.

28. En rigor, Syme ya había escrito un estudio sobre César datado, según A. R. Birley, de 1932 o 1933, aunque no sería publicado hasta que el pupilo de Syme lo editara en 1999: Syme, “Caesar’s Designs”, 174-192.

29. Syme, “Decidius Saxa”, 127-137; Syme, “the Senate”, 1-31; Syme, Roman Revolution, 59-96.

30. Syme, “the Senate”, 1ss.; Syme, Roman Revolution, 53ss.

31. Syme, “Lindsay”, 40-41; Syme, “the Senate”, 1-2 y 8-9; Syme, Roman Revolution, 317-318; Syme, Roman Post-Mortem, 149ss.; Syme, “Livy”, 58. Existen, lógicamente, otras obras indiscutiblemente centradas en César, pero en las que Syme reflexionó sobre aspectos historiográficos que conformaban su cosmovisión general como historiador, como su rechazo del determinismo o su aversión por el género biográfico (vid. infra 9-10), y que, por tanto, no fueron exclusivas ni de su visión de César ni de una fase concreta de su carrera (v. gr. Syme, “Gelzer”, 92-103).

32. Syme, “Bastards”, 323-327; Syme, “No Son”, 422-437; Syme, Augustan Aristocracy, 18.

33. Syme, “Bastards”, 326-327; Syme, Sallust, 41; Syme, “Bad Trip”, 41; Syme, “No Son”, 426-28; Syme, Augustan Aristocracy,

34. Syme, “Bad Trip”, 40-42; Syme, “Caesar: Drama”, 12-14. vid., además, infra 9-10.

35. En rigor, se trataba esta de una triple reseña donde, además de recensionar la obra de Grant, estudiaba también Hannibal de Gavin de Beer (London y New York, 1969) y Scipio Africanus: Soldier and Politician de H. H. Scullard (London y New York, 1969).

36. Syme, “Bad Trip”, 41.

37. Syme, Roman Revolution, 7.

38. Syme, “Bad Trip”, 40; Syme, “Caesar: Drama”, 12; Syme, “Oligarchy at Rome”, 64.

39. ap. Toher, “Earliest Depiction of Caesar”, 29. vid. la versión del índice más actualizada, denominada, según A. R. Birley, “Caesar. July 1986” (Birley, “Introduction”, xix).

40. Syme, “Caesar: Drama”, 12-14. Trabajo este en el que, por cierto, Syme también se hace eco de la anécdota, aunque de forma muy sumaria, por lo que no nos va a interesar para nuestro estudio (14): «The best death is the quickest: so he declared at the dinner party in the mansion of Lepidus on March 14».

41. v. gr., Birley, “Introduction”, xix-xx; Griffin, “Lifting the Mask”, 30-32; Griffin, “Introduction”, 8; Santangelo, “The Triumph of Caesarism, 3, n. 2; Santangelo, “Introduction”, 11-12.

42. Caesar Against Liberty? (Cambridge, 2003), editado por F. Cairns y E. Fantham. Toher nos ha confirmado personalmente que los organizadores del coloquio, al conocer que él había estado investigando sobre el inédito, solicitaron que interviniera y él aceptó, pero dejando clara su voluntad de que no deseaba que se publicara después. Según añadió Toher, no quería que la única versión publicada sobre este tema −y acerca de lo que, según él, parece haber sido el proyecto final de Syme− fuera su trabajo, que consideró inadecuado en cuanto que única versión publicada del manuscrito (correo electrónico del 19/1/2019). Agradecemos enormemente al profesor Mark Toher por haber tenido la amabilidad de compartir con nosotros el texto de esta conferencia, intitulada “Syme’s ‘Caesar’: An Unfinished Portrait”, así como por habernos permitido emplearlo para este trabajo.

43. Toher, “Caesar and Octavian”, 132-156.

44. cf. Griffin, “Lifting the Mask”, 30, n. 96; Pelling, “Seeing a Roman Tragedy”, 286, n. 64; Pelling, Plutarch, 471; Pelling, “The Rhetoric”, 234, n. 106.

45. Fragmento también recogido en Griffin, “Lifting the Mask”, 31-32.

46. Strauss, Death of Caesar, 105.

47. Broughton, The Magistrates, 315-317.

48. Fragmento inédito. Tras el fallecimiento en julio de 2019 del albacea literario de R. Syme, Sir Fergus Millar, aún no se ha aclarado la cuestión sobre quién sucederá a Millar en la tarea de autorizar las posibles publicaciones del material inédito del legado de Syme. Habida cuenta de esta circunstancia, y aconsejados por el Prof. Martin Goodman (Wolfson College, Oxford) y por el Dr. Nikos Kokkinos (Faculty of Classics, Oxford), registramos en esta nota habernos afanado en averiguar la manera de llevar a cabo estas publicaciones en la actualidad. También queremos expresar nuestro más sincero agradecimiento a estas dos personas, así como al Prof. Christopher B. R. Pelling (Christ Church, Oxford) y a la archivera Liz Baird (Wolfson College, Oxford), por toda la valiosísima ayuda que, de forma desinteresada, nos han brindado.

49. Bondurant, de hecho, conjetura que es probable que muchos otros tiranicidas además de Décimo estuviesen presentes (Bondurant, Decimus Brutus, 55).

50. cf. Strauss, Death of Caesar, 105.

51. Pelling, Plutarch, 471; cf. Plut., Caes. LXII, 6-10; LXIII, 1.

52. Santangelo, “Introduction”, 11-12.

53. Griffin, “Lifting the Mask”, 31-32.

54. Pelling, “The Rhetoric”, 234.

55. Wiseman, “Late Syme”, 135-152. Wiseman (150-151) considera que las reflexiones de Syme en los años 80 sobre ficción e historia, y sobre lo que ambas tenían en común, fueron estimuladas por su proceso de escritura de The Augustan Aristocracy (Oxford, 1986); cf. Griffin, “Lifting the Mask”, 16-39; Bradley, “Hadrian, Yourcenar, Syme”, 39-53; Mazza, “Sir Ronald vs. Dame Marguerite”, 315-328. Y, por supuesto, vid. Syme, Fictional History. Así pues, habida cuenta de la cronología y de la temática, aquí entraría de lleno el inédito Caesar.

56. Syme, Tacitus, v.

57. Syme, The Crisis, 6.

58. Wiseman, “Late Syme”, 151.

59. vid. supra, 11.

60. Griffin, “Lifting the Mask”, 32.

61. Syme, Historia Augusta, 75.

62. Syme, Greeks Invading, 28.